Bienvenido a nuestro "Libro de Cuentos", esperamos que puedas encontrar aquí tus historias favoritas.
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miércoles, 24 de abril de 2013

La pompa de jabón

El rey padecía una gravedad y desde entonces no volvió a ser el mismo. Antes era alegre y amable, pero ahora estaba triste y silencioso todo el día.

Nada le divertía, todo le aburría y sus bostezos hacían bostezar a toda la corte. Deseaba algo, pero no sabía qué y ¿cómo se consigue algo que no se sabe lo que es?

Sus ministros hicieron venir a médicos y sabios de todo el mundo y le compraron juegos y pasatiempos extraños. Pero todo fue inútil.

Un día llegó a palacio una viejecita:

- Yo tengo lo que necesita el rey. A cambio me daréis mi peso en oro.

Le dijeron que sí, pero ¡increíble! Todo el oro que se ponía en la balanza no conseguía nunca equilibrar su peso. Los ministros estaban desesperados. Entonces la viejecita soltó una carcajada y dijo:

- El rey quiere una pompa de jabón y yo se la doy.

Y empezó a soplar por un canuto que había mojado en un cuenco de agua con jabón. El rey, de repente, volvió a sentirse feliz y lleno de energía, y con él se alegró toda la corte y todo el reino.

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miércoles, 17 de abril de 2013

El califa y el bufón

El califa de Bagdad había tomado como bufón a un hombre inteligente e ingenioso, que le divertía con sus ocurrencias originales e imprevisibles. Lo quería mucho y en la corte todos respetaban mucho al bufón.

Por eso el califa se sorprendió mucho un día en que le llegaron los gritos de dolor de su protegido desde la sala del trono: los guardias estaban apaleándolo. Fue corriendo y les ordenó:

- ¡Dejadlo! ¿Por qué pegáis a este hombre?
- ¡Lo hemos encontrado sentado en su trono, majestad! - acusó el jefe de la guardia.
- ¡Soltadlo inmediatamente! No lo ha hecho con intención de ofenderme.

Pero el bufón continuó llorando y lamentándose exageradamente. Hasta que el califa se enfadó:

- ¡Cállate ya! Estás vivo todavía, ¿no?
- No lloro por mí, sino por tí, señor.
- ¿Por mí?
- ¡Por supuesto!Si me han dado tantos palos por haber estado sentado en el trono unos minutos, ¿cuántos te darán a tí que estás en él desde hace tantos años?

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miércoles, 10 de abril de 2013

Iván el arquero y la princesa

Iván era un arquero tan valiente que el Zar le confiaba siempre las empresas más difíciles, recompensándole siempre con un ascenso; y el arquero, aunque todavía era muy joven, ya había sido nombrado general.

Un día, el Zar le encargó que fuera hasta el fin del mundo, a raptar a la bellísima princesa Basilisa, con la que quería casarse. Iván tuvo que enfrentarse a mil peligros, pero también salió triunfante de aquella nueva empresa y al final regresó con la futura Zarina.

Pero ésta quería vengarse de su rapto y dijo que no se casaría mientras no se metiera a su raptor a cocer en una gran olla. El zar no pudo negarse y mandó cumplir la orden de la princesa.

Ni entonces tuvo miedo Iván, al contrario; se metió él mismo en la humeante olla. Su extraordinario valor obró un encanto, haciéndole insensible también al fuego. Cuando lo sacaron de la olla, no sólo no le había pasado nada sino que se había convertido en un hermosísimo joven.

Entonces metieron en la olla al ingrato Zar e Iván ocupó su lugar en el trono. Basilisa no se negó a casarse con el nuevo y apuesto Zar.

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miércoles, 3 de abril de 2013

El ánfora del Rey Salomón

El Rey Salomón era tan sabio y tan justo que Dios le había dado poder sobre todos los espíritus, los demonios y también sobre todos los animales.

La Reina de Saba quiso comprobar si lo que se decía de sus poderes era cierto y le mandó un mensajero con un ánfora.

- ¿Puedes adivinar lo que contiene? -preguntó el mensajero.
- Una perla y una esmeralda.
- Has de agujerearlos y pasar un hilo a través de ellos -añadió el mensajero.

Un espíritu aconsejó al rey el nombre de un habilísimo orfebre, capaz de realizar cualquier trabajo; pero realmente parecía que nadie pudiera encontrar la forma de pasar el hilo por aquellos finísimos agujeros.

- ¿Puedo intentarlo yo, majestad? -dijo una vocecita.

Era un minúsculo gusano. Cogió el hilo con la boca, se metió en la perla y salió por el otro lado; después hizo lo mismo con la esmeralda.

La Reina de Saba comprendió así que no podía enfrentarse a un rey que tenía a sus órdenes a los demonios, los espíritus y hasta los gusanos! Y fue a rendirle homenaje.

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