La esfinge era un monstruo con cabeza de mujer, alas de pájaro y cuerpo y patas de león, de la que en tiempos antiquísimos se esculpió una imagen de piedra que aún hoy se yergue en el desierto de Egipto, junto a las pirámides.
La esfinge, la verdadera, estaba sobre un peñasco en las cercanías de la ciudad griega de Tebas. Bloqueaba el paso a los caminantes y les obligaba a responder a difíciles adivinanzas. Quien no las resolvía era devorado por ella.
Cierto día apareció por el lugar un hombre llamado Edipo. La esfinge le preguntó:
- ¿Cuál es el animal que camina a cuatro patas por la mañana, con dos al mediodía y con tres por la noche?
- ¡El hombre! -respondió Edipo.
Durante la mañana de su existencia, o sea en sus primeros meses de vida, el hombre se mueve a gatas o, lo que es lo mismo, a cuatro patas; cuando es adulto, es decir, al mediodía, camina con dos; y en la vejez, que es la noche, ayuda a las dos piernas con una tercera, el bastón.
¡Era la respuesta exacta! La esfinge no supo soportar la vergüenza de haber sido derrotada y se mató arrojándose desde el peñasco.
La esfinge, la verdadera, estaba sobre un peñasco en las cercanías de la ciudad griega de Tebas. Bloqueaba el paso a los caminantes y les obligaba a responder a difíciles adivinanzas. Quien no las resolvía era devorado por ella.
Cierto día apareció por el lugar un hombre llamado Edipo. La esfinge le preguntó:
- ¿Cuál es el animal que camina a cuatro patas por la mañana, con dos al mediodía y con tres por la noche?
- ¡El hombre! -respondió Edipo.
Durante la mañana de su existencia, o sea en sus primeros meses de vida, el hombre se mueve a gatas o, lo que es lo mismo, a cuatro patas; cuando es adulto, es decir, al mediodía, camina con dos; y en la vejez, que es la noche, ayuda a las dos piernas con una tercera, el bastón.
¡Era la respuesta exacta! La esfinge no supo soportar la vergüenza de haber sido derrotada y se mató arrojándose desde el peñasco.