Bienvenido a nuestro "Libro de Cuentos", esperamos que puedas encontrar aquí tus historias favoritas.
RSS

miércoles, 29 de enero de 2014

El carrito de los helados

Una niña y su madre eran tan pobres que muchas veces no tenían ni pan para comer. Cuando pasaba el hombre de los helados, la niña miraba a los otros que lamían grandes barquillos de colores, pero era por hambre no por glotonería.

El heladero se dio cuenta y quedó tan conmovido que le regaló el carrito entero.

- ¿ Y cuándo se acaba el helado?

- El carrito es mágico y hace helados él solo; no tienes más que decirle los gustos que quieres y después, cuando los recipientes estén llenos, dile así: "Ya basta".

Y así, desde aquel día, tuvieron todo el helado que quisieron.

Pero un día la niña había ido a la casa de una amiguita y a la madre le entraron ganas de comer algo.

- Chocolate y pistacho -ordenó.

E inmediatamente el carrito se puso a hacer helado. Tanto hizo que un recipiente se desbordó y salió un río de pistacho; y del otro, un río de chocolate, porque la mujer no sabía cómo pararlo.

El helado cubrió el pueblo hasta que llegó la niña y dijo "¡Ya basta!", pero quiso volver a la ciudad tuvo que abrirse camino lamiendo chocolate y pistacho.

Leer los comentarios
  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

miércoles, 16 de octubre de 2013

El pintor y su rival

El señor de una rica ciudad encargó a un famoso pintor realizar los frescos de su palacio. Se construyeron los andamios que permitían llegar hasta el techo y el artista comenzó a trabajar.

Sin embargo, a la mañana siguiente el pintor descubrió que su dibujo había sido estropeado con borrones y manchas de todos colores.

Se enfadó mucho pensando en algún rival despechado. El príncipe ordenó que los guardias se escondieran en las salas para sorprender a aquel salvaje, en caso de que volviera, y darle su merecido castigo.

Y atraparon al culpable; era el mono amaestrado del príncipe que, al haber visto al pintor trabajando, había querido imitarlo.

Condenaron al mono a estar encarcelado hasta que estuviera terminada la obra. Cuando al final vio los dibujos, después de mirarlos detenidamente, hizo una mueca como diciendo "¡Yo lo habría hecho mucho mejor!"

- Ahora sí que has demostrado ser un auténtico pintor -le dijo el príncipe riendo. Porque ya se sabe que los pintores no tienen la virtud de la modestia, y para ellos su obra es siempre la mejor.

Leer los comentarios
  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS
 
Adaptación de la Plantilla para Blogger por e-nomad