Hace mucho tiempo, los ratones se reunieron en asamblea para tratar de su triste situación. Los oradores estuvieron de acuerdo en echarle todas las culpas al gato y estudiaron la forma de escapar de sus garras.
Tras un largo período de deliberación, se aprobó por unanimidad esta solución: a todos los gatos se les colocaría un cascabel, para escucharlos cuando se acercaban.
Aquella ley de los ratones todavía está en vigor, aunque aún no ha aparecido ningún ratón que se atreva a ponerle el cascabel siquiera a un gato.
Tras un largo período de deliberación, se aprobó por unanimidad esta solución: a todos los gatos se les colocaría un cascabel, para escucharlos cuando se acercaban.
Aquella ley de los ratones todavía está en vigor, aunque aún no ha aparecido ningún ratón que se atreva a ponerle el cascabel siquiera a un gato.
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