Un rico marqués salió de caza y mató una grulla, dándosela luego a su cocinero para que la asara. El ave estaba tan gorda y apetitosa que el cocinero no pudo resistir la tentación de quitarle una pata y comérsela.
Cuando se sirvió el plato, el marqués se dio cuenta de que a la grulla le faltaba una pata y muy enfadado pidió explicaciones al cocinero.
- Las grullas tienen una sola pata -tuvo el descaro de responder el cocinero.
- ¿De verdad? Entonces mañana iremos a comprobarlo, al estanque, y si resulta que has querido burlarte de mí, vas a saber lo que es bueno.
Por la mañana, las grullas del estanque, como todas las zancudas, dormían en equilibrio sobre una sola pata.
- ¿Qué os había dicho? -sonrió socarronamente el cocinero.
El señor dio una palmada y las grullas, asustadas, pusieron en el suelo la otra pata y huyeron.
- ¡Así no vale! -protestó el cocinero. Ayer no disteis la palmada. Si lo hubierais hecho, también la otra grulla hubiera sacado la otra pata.
Por mentiroso y descarado fue encarcelado, teniendo sólo para comer pan duro y agua.
Cuando se sirvió el plato, el marqués se dio cuenta de que a la grulla le faltaba una pata y muy enfadado pidió explicaciones al cocinero.
- Las grullas tienen una sola pata -tuvo el descaro de responder el cocinero.
- ¿De verdad? Entonces mañana iremos a comprobarlo, al estanque, y si resulta que has querido burlarte de mí, vas a saber lo que es bueno.
Por la mañana, las grullas del estanque, como todas las zancudas, dormían en equilibrio sobre una sola pata.
- ¿Qué os había dicho? -sonrió socarronamente el cocinero.
El señor dio una palmada y las grullas, asustadas, pusieron en el suelo la otra pata y huyeron.
- ¡Así no vale! -protestó el cocinero. Ayer no disteis la palmada. Si lo hubierais hecho, también la otra grulla hubiera sacado la otra pata.
Por mentiroso y descarado fue encarcelado, teniendo sólo para comer pan duro y agua.
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