Un gigante joven, que era muy bueno, supo que un orfebre era un avaro y no trataba justamente a sus obreros. Entonces se presentó en su taller y solicitó que lo tomara de aprendiz.
El orfebre pensó que un joven tan grande y tan fuerte como aquel podría hacer el trabajo de doce personas. Ya iba a tomarlo, pero quiso saber primero cuánto quería ganar.
- Ni una sola moneda -le aseguró el gigante. Cuando des el salario a los demás, yo te daré un par de martillazos y estaremos en paz.
Pensando en la cantidad de dinero que se ahorraría, el avaro aceptó. Puso al nuevo aprendiz a trabajar con el mazo, pero al primer golpe el yunque se hundió tan profundamente en el suelo que no se pudo sacar.
El orfebre se dio cuenta de que no había hecho un buen negocio y dijo al gigante que se marchara antes de que lo destruyera todo.
- ¿Qué paga quieres por este único golpe que has dado? -preguntó.
- Me conformaré con darte un golpecito...
Le dio una patada y lo mandó volando por encima de los tejados.
El orfebre pensó que un joven tan grande y tan fuerte como aquel podría hacer el trabajo de doce personas. Ya iba a tomarlo, pero quiso saber primero cuánto quería ganar.
- Ni una sola moneda -le aseguró el gigante. Cuando des el salario a los demás, yo te daré un par de martillazos y estaremos en paz.
Pensando en la cantidad de dinero que se ahorraría, el avaro aceptó. Puso al nuevo aprendiz a trabajar con el mazo, pero al primer golpe el yunque se hundió tan profundamente en el suelo que no se pudo sacar.
El orfebre se dio cuenta de que no había hecho un buen negocio y dijo al gigante que se marchara antes de que lo destruyera todo.
- ¿Qué paga quieres por este único golpe que has dado? -preguntó.
- Me conformaré con darte un golpecito...
Le dio una patada y lo mandó volando por encima de los tejados.
0 comments en "El gigante y el avaro"
Publicar un comentario