Un leñador descubrió un cofre con monedas de oro. Como su mujer era muy charlatana, pensó la forma de guardar el secreto. Dejó allí el cofre, lo preparó todo bien y después fue a buscar a su mujer, que fue con él al bosque. Al pasar bajo un árbol, exclamó:
- ¡Mira, mira! ¡Ha crecido una trucha en las ramas!
Tomó el pez, que él mismo había colocado allí, claro, y fue hasta el río, donde solía ir a pescar: sacó la red y encontró una liebre, que también había puesto ahí. Después fue a buscar el cofre, pero hizo como si fuera entonces cuando lo encontraba.
Cuando la mujer, a pesar de las recomendaciones de callarse, comenzó a presumir ante sus amigas, el marido la desmintió delante de todos:
- ¿Un tesoro en el bosque? ¿Y cuándo fue eso, según tú?
- ¿No te acuerdas? -insistió la mujer. Fue el día que encontramos la trucha en el árbol y la liebre en la red de pescar.
Claro, las amigas al oír tales barbaridades pensaron que estaba loca, y no le creyeron ni una palabra de la historia del tesoro.
- ¡Mira, mira! ¡Ha crecido una trucha en las ramas!
Tomó el pez, que él mismo había colocado allí, claro, y fue hasta el río, donde solía ir a pescar: sacó la red y encontró una liebre, que también había puesto ahí. Después fue a buscar el cofre, pero hizo como si fuera entonces cuando lo encontraba.
Cuando la mujer, a pesar de las recomendaciones de callarse, comenzó a presumir ante sus amigas, el marido la desmintió delante de todos:
- ¿Un tesoro en el bosque? ¿Y cuándo fue eso, según tú?
- ¿No te acuerdas? -insistió la mujer. Fue el día que encontramos la trucha en el árbol y la liebre en la red de pescar.
Claro, las amigas al oír tales barbaridades pensaron que estaba loca, y no le creyeron ni una palabra de la historia del tesoro.
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