El cerdo vivía como todos los de su raza, pero no se habría lamentado si no hubiera sido por continuas burlas de la vaca:
- ¡Bonita vida la tuya! -comentaba entre grandes risotadas. - ¡Comes desperdicios y duermes sobre la basura!
Al final, el cerdo pensó que no podía seguir así y un día se fue ante el juez:
- En la granja todos los animales tienen buena comida y un establo limpo. ¿No merezco yo también otra forma de vida?
- Es justo -sentenció el juez. - En adelante tendrán que darte trigo y guisantes para comer y una buena cama con finas sábanas de seda.
El cerdo volvió corriendo a su chiquero. "¡Trigo, guisantes y seda!", iba repitiendo por el camino, muy contento.
Pero la vaca le repetía sus burlas. "¡Desperdicios y basura!", hasta metérselas en las orejas; así que cuando su mujer le preguntó qué tal le había ido y si había conseguido algo, le contestó:
- Me ha ido muy bien. En adelante viviremos de desperdicios y dormiremos entre basura.
- ¡Bonita vida la tuya! -comentaba entre grandes risotadas. - ¡Comes desperdicios y duermes sobre la basura!
Al final, el cerdo pensó que no podía seguir así y un día se fue ante el juez:
- En la granja todos los animales tienen buena comida y un establo limpo. ¿No merezco yo también otra forma de vida?
- Es justo -sentenció el juez. - En adelante tendrán que darte trigo y guisantes para comer y una buena cama con finas sábanas de seda.
El cerdo volvió corriendo a su chiquero. "¡Trigo, guisantes y seda!", iba repitiendo por el camino, muy contento.
Pero la vaca le repetía sus burlas. "¡Desperdicios y basura!", hasta metérselas en las orejas; así que cuando su mujer le preguntó qué tal le había ido y si había conseguido algo, le contestó:
- Me ha ido muy bien. En adelante viviremos de desperdicios y dormiremos entre basura.
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