Un guardabosques encontró un recién nacido que había robado un águila de su cuna y lo había llevado a su nido. Lo llevó a su casa y lo crió junto a su hija Lena; los dos niños crecieron juntos y se querían como verdaderos hermanos.
Pero el águila era una bruja y quería recuperar al niño para meterlo en la cazuela. No estaba dispuesta a perder bocado tan apetitoso por nada del mundo.
Lo buscó hasta que lo encontró; entonces se transformó en una vieja cocinera y entró al servicio del guardabosques. Así podría hacer lo que quisiera cuando el hombre se fuera a trabajar.
Por suerte, Lena descubrió los planes de la bruja y huyó con Pajarete (que así lo habían llamado). La bruja se dio cuenta y los persiguió. Lena tuvo una idea: hizo que el niño se transformara en un estanque y ella se transformó en un pato.
La bruja los reconoció, y como para ella comerlo o beberlo era lo mismo, se agachó en la orilla del estanque y empezó a sorber el agua; pero Lena la agarró con el pico, la tiró al agua y la ahogó. La bruja murió y los dos niños volvieron a casa felices y contentos.
Pero el águila era una bruja y quería recuperar al niño para meterlo en la cazuela. No estaba dispuesta a perder bocado tan apetitoso por nada del mundo.
Lo buscó hasta que lo encontró; entonces se transformó en una vieja cocinera y entró al servicio del guardabosques. Así podría hacer lo que quisiera cuando el hombre se fuera a trabajar.
Por suerte, Lena descubrió los planes de la bruja y huyó con Pajarete (que así lo habían llamado). La bruja se dio cuenta y los persiguió. Lena tuvo una idea: hizo que el niño se transformara en un estanque y ella se transformó en un pato.
La bruja los reconoció, y como para ella comerlo o beberlo era lo mismo, se agachó en la orilla del estanque y empezó a sorber el agua; pero Lena la agarró con el pico, la tiró al agua y la ahogó. La bruja murió y los dos niños volvieron a casa felices y contentos.
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