Un pobre remendón quería muchísimo a su hija; sólo con verla le entraban ganas de cantar de alegría. Pero la joven era muda y por eso los vecinos la llamaban "Pajarillo que no canta".
Un día, el hijo del rey enfermó y un hada dijo que sólo podría curarlo el pajarillo que no canta. Nadie sabía a qué pájaro se refería, pero se enviaron mensajes por todo el reino para premiar a quien encontrara el ave.
La noticia llegó hasta el zapatero, que llevó a su hija a palacio. Pero el rey, sintiéndose burlado al ver que no era un pájaro de verdad sino una joven muda, mandó a prisión al padre y a la hija.
Justo en aquel momento, el príncipe con voz lastimera exclamó en su lecho:
- ¡Han enjaulado al Pajarillo que no canta!
Y la joven en prisión cantó por primera vez:
"Pajarillo que no canta,
volará hasta tu estancia.
Su nido muy alto hará,
muda nunca más será."
En cuanto el rey lo supo, soltó a la muchacha. El príncipe sanó y se casó con ella.
Un día, el hijo del rey enfermó y un hada dijo que sólo podría curarlo el pajarillo que no canta. Nadie sabía a qué pájaro se refería, pero se enviaron mensajes por todo el reino para premiar a quien encontrara el ave.
La noticia llegó hasta el zapatero, que llevó a su hija a palacio. Pero el rey, sintiéndose burlado al ver que no era un pájaro de verdad sino una joven muda, mandó a prisión al padre y a la hija.
Justo en aquel momento, el príncipe con voz lastimera exclamó en su lecho:
- ¡Han enjaulado al Pajarillo que no canta!
Y la joven en prisión cantó por primera vez:
"Pajarillo que no canta,
volará hasta tu estancia.
Su nido muy alto hará,
muda nunca más será."
En cuanto el rey lo supo, soltó a la muchacha. El príncipe sanó y se casó con ella.
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