- Yo soy... el Zorro. Dicen que soy un embustero. Vendo corchos por nueces y bolitas por aceitunas. Engaño a todos los que puedo. Me paso la vida vendiend mentiras.
El gato, el perro y el chanchito no me creen, pero la ovejita sí. Siempre me compra sin protestar, ayer le vendí pedritas por caramelos y la tonta se las comió. Los animales que no me quieren se unen para proteger a la oveja. Dicen que van a castigarme.
No hacen más que hablar. Mientras, yo sigo vendiendo y engañanado a todos los que puedo. El perro ladra enojado, el gato maúlla, el chanchit gruñe y el ganso alborotado aturde más y más.
La ovejita corre y salta todo el día, nunca pensó en trabajar.
Un pajarito le pregunta:
- ¿No piensas estudiar? ¿No quieres aprender?
- ¿Para qué? A mí solo me gusta jugar -responde ella.
- Así, siempre te engañarán.
Hago callar al ave imprudente que habla de más y me acerco a la oveja para tratar de venderle algo... un aparato de ésos que le llaman espaciales o platos voladores. Encontré una calesita abandonada y con algunos arreglitos puedo sacarle mucho dinero.
- Esto gira ligerito, ligerito, y sube como un ascensor. Podrás pasear en él y correr por otros planetas. Verás qué divertido -le dice el zorro a la oveja.
La ovejita entusiasmada se dispone a subir y ya va a pagarle, cuando de pronto llegan el gato, el chanchito y el perro. Este último dice al zorro:
- ¡Primero lo probarás tú! ¡Sube!
Y el zorro que no, y ellos que sí. Y al final ganan ellos. La calesita empieza a dar vueltas y más vueltas.
- ¡Qué mal me siento! -dice el zorro, y allí sale por el aire.
Y justo va a caer en un cactus lleno de espinas.
- ¡Ayyy, cómo pinchan! Tengo cien, doscientas, mil espinitas clavadas. Me pasaré días y días tratando de sacármelas. Y ellos ríen y ríen de mi desgracia. Estoy pensando que más me conviene portarme bien.
El gato, el perro y el chanchito no me creen, pero la ovejita sí. Siempre me compra sin protestar, ayer le vendí pedritas por caramelos y la tonta se las comió. Los animales que no me quieren se unen para proteger a la oveja. Dicen que van a castigarme.
No hacen más que hablar. Mientras, yo sigo vendiendo y engañanado a todos los que puedo. El perro ladra enojado, el gato maúlla, el chanchit gruñe y el ganso alborotado aturde más y más.
La ovejita corre y salta todo el día, nunca pensó en trabajar.
Un pajarito le pregunta:
- ¿No piensas estudiar? ¿No quieres aprender?
- ¿Para qué? A mí solo me gusta jugar -responde ella.
- Así, siempre te engañarán.
Hago callar al ave imprudente que habla de más y me acerco a la oveja para tratar de venderle algo... un aparato de ésos que le llaman espaciales o platos voladores. Encontré una calesita abandonada y con algunos arreglitos puedo sacarle mucho dinero.
- Esto gira ligerito, ligerito, y sube como un ascensor. Podrás pasear en él y correr por otros planetas. Verás qué divertido -le dice el zorro a la oveja.
La ovejita entusiasmada se dispone a subir y ya va a pagarle, cuando de pronto llegan el gato, el chanchito y el perro. Este último dice al zorro:
- ¡Primero lo probarás tú! ¡Sube!
Y el zorro que no, y ellos que sí. Y al final ganan ellos. La calesita empieza a dar vueltas y más vueltas.
- ¡Qué mal me siento! -dice el zorro, y allí sale por el aire.
Y justo va a caer en un cactus lleno de espinas.
- ¡Ayyy, cómo pinchan! Tengo cien, doscientas, mil espinitas clavadas. Me pasaré días y días tratando de sacármelas. Y ellos ríen y ríen de mi desgracia. Estoy pensando que más me conviene portarme bien.
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